UNA ATENCIÓN QUE
VIENE DE TODOS LOS CENTROS
Por: Jeanne de salzmann
Por: Jeanne de salzmann
Un esfuerzo justo
para estar presente pide una fuerza que sea consciente de la dirección que
quiere tomar y que tenga la voluntad de actuar.
La atención que viene
de todos los centros debe estar allí en una proporción justa y quedarse
comprometida en tanto que Presencia consciente.
Pero esa atención
está constantemente amenazada por lo que la atrae hacia el exterior.
Debemos tomar
conciencia de esa atracción.
Está el deseo de
moverse, de crear, de actuar.
También está el deseo
de ser movido, de ser atraído, de obedecer.
Esas dos fuerzas
están allí constantemente en nosotros.
Su confrontación
voluntaria, en un punto determinado, puede producir una concentración de
energía que tiene su propia vida independiente.
Es en la fricción
entre esas dos fuerzas que se desarrolla la calidad que las reúne.
Detrás de todas las
vicisitudes, detrás de todas mis preocupaciones, mis penas o alegrías, hay algo
más grande que puedo sentir, algo que me da un sentido.
Siento que existo en
relación con esa grandeza.
Ella está fuera de
mí, pero también está dentro de mí.
Y es en mí que la
conozco; esa vida, esa vibración tan fina, cuya grandeza siento porque siento
su pureza.
Experimento un eco de
ella, un sentimiento de mí, en el contacto de mi pensamiento y de mi sensación.
Esa relación me
revela que soy un todo y que podré existir como un todo.
Ese eco es lo que hoy
puedo conocer de otra naturaleza en mí.
Viene de otro mundo,
a través de mis centros superiores.
Experimento ese eco
bajo la forma de una vibración fina con la cual busco armonizarme con todas las
partes de mí mismo.
Eso pide a mi
atención una calidad que le permita colocarse y mantenerse allí para sostener su
contacto.
Necesito una energía
de una clase muy especial, una energía de una actividad intensa que se mantenga
viviente frente al pensamiento y la emoción.
Esa energía no se
deja abatir ni se deja influenciar por nada.
Mi deseo de estar
presente a mí mismo contiene esa actividad.
Mis pensamientos y
mis emociones son animados por una energía diferente.
Para comprender su
naturaleza, necesito verlos y conocerlos como hechos.
Provienen de otra
fuente, de una influencia de inercia que me retiene en su tempo.
Debo colocarme bajo
una influencia más activa si quiero liberarme de esto.
Es decir, que debo
encontrar en mí una energía de atención suficientemente grande, suficientemente
sensible, para mantener bajo su mirada esos movimientos de inercia.
No hay que perderlos
de vista.
Debo vivir con ellos
porque están allí y son una atracción constante.
Si no los veo como
son, les doy otro valor, tengo confianza en ellos y me entrego a ellos.
Entonces, no
solamente los privo de todo sentido, sino que me privo a mí mismo de todo
sentido.
Por tanto, para
conocerme debo aceptar entrar en el campo de la búsqueda.
Sólo trabajando para
estar presente se desarrollará mi atención.
Cuando ella es de
mejor calidad, lucho por no dejar que se debilite, trato de que no sea tomada.
Trato, pero no puedo;
entonces lo intento de nuevo.
Empiezo a comprender
lo que esto me exige, aun cuando no lo pueda hacer.
En esa lucha, donde
regreso y en seguida me vuelvo a ir hacia la manifestación, veo que cuando mi
atención está completamente tomada, no queda nada para mí.
Pero si no se va
demasiado lejos, la puedo volver a llamar, como un imán.
En ese movimiento de
mi atención, aprendo algo de su naturaleza.
Entonces debo ir
hacia la manifestación y me perderé siempre si mi atención no va al mismo
tiempo hacia la vida y hacia el interior.
Pensamos que es una
atención que se divide en dos partes iguales.
Pero, de hecho, no
son iguales, no son las mismas.
Hay una gran
diferencia que debo experimentar.
Si no puedo centrar
mi esfuerzo de una cierta manera, obligatoriamente me perderé.
Debo ver que no lo
puedo hacer porque no tengo la calidad de atención necesaria.
He ahí mi esfuerzo,
lo que debo ejercitar.
Es lo único que
cuenta.
jeanne de salzmann
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